Tal día como hoy, hace 373 años (en 1646), murió en Zaragoza el príncipe Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV.
La historia de Baltasar Carlos y su relación con Aragón es bastante curiosa. Baltasar Carlos nació en Madrid (17/X/1629) y murió en Zaragoza (9/X/1646). Era hijo de Felipe IV de Castilla y de Isabel de Borbón, por tanto de la dinastía de los Austrias. Era el único hijo barón de este matrimonio por lo que estaba claro que iba a ser el heredero. La monarquía española no pasaba por su mejor momento, en medio crisis económica y política, pero la llegada del príncipe garantizaba la continuidad dinástica.
Con ocasión de la guerra de Cataluña , el rey, el propio príncipe Baltasar Carlos y la corte residen en varios momentos en Aragón. Zaragoza fue la corte temporal en varias ocasiones.
Por ejemplo, el 20-VIII-1645, a sus dieciséis años, Baltasar Carlos era jurado solemnemente príncipe heredero de Aragón en La Seo de Zaragoza, tal y como marcaba la tradición. La ceremonia fue un espectáculo muy propio del barroco, y se prolongaron durante tres noches las luminarias y los fuegos artificiales. Eso a pesar de que el rey había prohibido la música y los toros, por guardar el luto ya que su esposa había fallecido apenas hacía un año. Estos fastos eran típicos del periodo barroco y acompañaban a muchos actos de los reyes.
Un año después, el 5 de octubre, el príncipe se sintió enfermo; había contraído la viruela, epidemia que se extendía por el territorio.
Como consta en su partida de defunción (archivo parroquial de La Seo, Zaragoza, Cinco Libros, T. III, p. 678), «el Príncipe de España y de Dos Mundos, recibidos los tres sacramentos con harta brevedad, como fue la enfermedad, dio el alma a su Criador a 9 de octubre al anochecer; hasta el 16 se le hicieron muchos sufragios, misas, etc., y aquella noche lo llevaron al Escorial y lo llevó y acompañó el señor arzobispo a su costa». El que estaba llamado a ser rey moría prematuramente con diecisiete años.
La parte más curiosa de su historia es que su cuerpo una vez muerto fue embalsamado y llevado al Panteón Real de El Escorial pero las «partes menores» o vísceras, osea, el corazón, fue puesto dentro de una pequeña caja de carmesí con galón de oro, y se depositó en el presbiterio de La Seo, al lado del evangelio, detrás de una piedra de mármol. Esto de despiezar los cuerpos de los monarcas era normal en la época.
Una inscripción junto al altar mayor de la catedral de La Seo recuerda que, aunque el cuerpo fue llevado a Castilla, su corazón permaneció en Zaragoza, ya que sentía un gran aprecio hacia esta tierra.
Así podemos decir que Baltasar Carlos se dejó el corazón -literalmente- en Zaragoza.